Wednesday, August 03, 2011

La Culpa es de Uno.


Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido.

Todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron.

Hasta aquí habia hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí habia apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor

Con un sólo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte,
que no es mucha.

Creo que tenés razon,
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo.

Hace mucho, muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos,
más no fue tierno.

Ahora estoy sola
francamente
sola

Siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado
antes de regresar
a mis lobregos cuarteles de invierno
con los ojos bien secos
por si acaso.

Miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.
Del maestro Benedetti, para ti.

Wednesday, June 08, 2011

Sal con una chica que lee.

Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.

Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la sagaCrepúsculo.

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

Por Rosemary Urquico

Monday, March 21, 2011

Vivir.



Cruzar los dedos y soñar. Plantarle cara al tiempo y ganarle la partida. Reír tomando un café con esa amiga de toda la vida. Llorar de felicidad. Pensar en un mañana lleno de deseos cumplidos. Desear la vida que tienes.

Acariciar el aire con la cara. Sentir la brisa que te hace libre. Llenar el calendario de días marcados. Disfrutar mirando el mar. Deshojar una flor sin pensar si te quiere. Saber que te quiere.

Amar sin tener que ocultarlo. Dar un beso con el corazón. Abrir los ojos y ver que ella los tenga cerrados. Acariciar su mejilla. Besarle en la espalda. Sentirte bien contigo misma.

Adorar los lunes. Odiar los sábados. Disfrutar viendo amanecer sin haber dormido antes. Planear un viaje al revés. Quedarte sin batería cuando ibas a decir algo importante. Un mundo lleno de contradicciones.

Hablar con la mirada. Saborear el aroma de la vida. Levantarte con ganas de comerte el mundo. Aprovechar las oportunidades. Ganarte la confianza de alguien a quien aprecias. Ayudar a esa persona que te necesita. Mirar el techo con la luz apagada buscando respuestas. No lamentarse porque se acaba un día. Tener esperanza porque empieza otro.

Apretar la cara contra la almohada. Oler su perfume entre la multitud. Subir a un decimotercero y quedarte con ganas de más. Comprender la esencia de la vida. Reírte cuando estás triste. Recibir una sorpresa inesperada. Reservar cinco minutos al día para no pensar en nada. Escuchar esa canción especial.

Sentirte única. Verte especial. Lanzar una piedra al mar y ver como se hunde. Tumbarte en el césped. Cruzar miradas con un/a desconocido/a. Sentirte radiante. Decir a los tuyos que los quieres. Comer sin mirar las calorías. Pasear al perro sin refunfuñar. Escribir porque te sale de dentro.

Comprender lo que sienten los demás. Conocer a alguien sin haberle visto. Hacer una lista con las emociones más frecuentes. Hacer un resumen de lo que quieres que sea tu vida. Desahogarte. Sentir. Pensar. Sonreír. Sentirte satisfecha. Mirar al techo de nuevo. Dormir.


KIRAH







**A través de
Nancy Umaña **