Camino sin detenerme, sumida en las recónditas intrigas de mi ser.
Espacialidades causantes
de mi ser,
ínfimo
ante la majestuosidad de mi entorno.
Camino y observo,
sé que me dirijo al estupor
de esto que causamos.
Sigo sin detenerme
cuando de pronto encuentro un rey a mi frente
y me siento mínima, minúscula,
como una gota de lluvia que se estrella contra el suelo
y me siento diferente, ridícula, sin consuelo.