Abrió el sobre con una sonrisa en su rostro. Estaba feliz por la sorpresa, pero no sabía que era más de lo que esperaba, leía lentamente en una tarde de esas hermosísimas, en las que pareciera que la palabra perfección se entremezcla con la naturaleza. Y así leyó:
"Soy el arte, la pasión, la música y el dolor. Soy todo lo que una vez deseaste, y todo lo que ahora odiaste, puedo ser sueño y pesadilla, ser lujuria y poesía, soy lo que tu quieres tener, y lo que yo quiero ver. Asómate a la ventana... soy como la noche, la oscuridad, la luz de la luna, la paz.
Puedo hacerte temblar, estremecer, puedo hacerte odiar y también querer.Si alguna vez tu cuerpo jadea por lujuria, puedes asomar tu rostro por la puerta del deseo y ahí me encontrarás, haciendole el amor al tiempo, esperando por aquel momento, deseando exprimir hasta la última gota de lo que tienes, pasión y rencor... Soy lo que quieres ver... y ahora yo no quiero verte más."
Ella leía la carta con dolor mientras sus lágrimas evocaban un espectáculo inolvidable, inolvidable para ella, y para él que la acompañaba y la miraba con pena y tristeza en su corazón. El no sabía qué decirle, sólo quería acompañarla en su tristeza y quería robársela toda, la amaba demasiado como para permitir que viviera un dolor tan profundo. NO, no podía dejar que su corazón se despedazara mientras él simplemente la observaba. Se sentía el ser más inútil en esta tierra, porque quería arrancarle ese dolor que le causaba el "amor" que ella escogió pero que no la supo valorar.
Pero... él no sabía qué decir, y pensaba: "¿Donde diablos están las palabras adecuadas cuando uno más las necesita? ¿Por qué no puedo explicarle el por qué éste hombre se fue y el por qué yo la amo tanto?... MIERDA, todo es una MIERDA... Él por abandonarla y yo por cobarde, por no poder decirle nada, sólo mirarla... y sufrir en silencio por ella".
En aquella tarde casi perfecta (excepto por aquel inmenso dolor) él sólo pudo abrazarla, e intentó decirle todo con ese abrazo... pero ella no lo entendió, no supo que él la amaba, ni supo por qué fue abandonada (aunque no estaba sola). Él no logró encontrar las palabras adecuadas y se odió por eso, ya que tuvo que conformarse con un: "gracias amigo... eres el mejor amigo que puedo tener..."