El viento frío llega del norte y aún no identifico mi rumbo.
Es como cuando estás mirando al cielo negro plasmado de estrellas,
que no encuentras ni principio ni fin
que no localizas el inicio ni el destino
que pasan los días sin poder sentir.
Es como cuando miras al horizonte
que todo te parece igual,
que empiezas a preguntarte si vale la pena encontrar un propósito
que te dejas vencer.
Y caigo,
profundamente en el estupor del envanecimiento
del recuerdo de cómo era yo ántes de que algo así me pasara.
Del anhelo de poder ser aquella niña...
...sin golpes...
...ni gritos...
...con esperanza...
...sin oscuridad...
Y es ahí cuando odio.
Odio el tener que sentir la obligación de existir,
el tener que sentir el requerimiento de ser algo
porque ser alguien ya no es suficiente.
Es como cuando estás mirando al cielo negro plasmado de estrellas,
que no encuentras ni principio ni fin
que no localizas el inicio ni el destino
que pasan los días sin poder sentir.
Es como cuando miras al horizonte
que todo te parece igual,
que empiezas a preguntarte si vale la pena encontrar un propósito
que te dejas vencer.
Y caigo,
profundamente en el estupor del envanecimiento
del recuerdo de cómo era yo ántes de que algo así me pasara.
Del anhelo de poder ser aquella niña...
...sin golpes...
...ni gritos...
...con esperanza...
...sin oscuridad...
Y es ahí cuando odio.
Odio el tener que sentir la obligación de existir,
el tener que sentir el requerimiento de ser algo
porque ser alguien ya no es suficiente.
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