Wednesday, January 02, 2008

Secretos [PT.2]




Lo miró. De nuevo, como cuando lo vio por primera vez. No sabía que decir en ese entonces, ahora tampoco; no sabía si mentir, si llorar, si salir corriendo y no verlo nunca más... si decía la verdad las consecuencias podían ser terribles, tal vez nunca más volvería a saber de él, tal vez lo tendría a su lado por el resto de la vida. Y ahora, como en ese entonces que lo vio por primera vez, sentía un hueco enorme en su estómago, sentía que en su interior había un enorme vacío que la consumía entera... ojalá sucediera en verdad, deseaba que se la tragara la tierra para no tener que responder esa pregunta, de nuevo.

-- Pues... primero quiero saber de ti. (¿un poco de información no estaría mal no?).

-- Pero...

-- Me conoces. Sabes que nunca respondo una pregunta recíproca de primera.


El sabía que por más que intentara disuadirla, el universo entero conspiraba para que él cayera en la trampa y terminara respondiendo primero. Que astuta, que hermosa... que intacta aún. No podía dejarla de contemplar, como si estuviera viendo una eterna luz que reflejaba sus anhelos, como cuando la vió por primera vez, y deseó tener más vida sólo para vivirla a los pies de ella.



-- Es algo confuso. Primero la ví y luego la adoré, pero nunca logré amarla.


Ella estaba acostumbrada a esa clase de acertijos, también estaba habituada a no preguntar más de lo que él había dicho porque no consiguiría más información que esa. El juego era divertido, pero sólo a veces. Desde el principio los dos temieron abrir su corazón de par en par, así que jugaban a entregarlo a pedazos, uno a la vez, uno que se recibía y uno que se daba. El no solía dar muchos, ella daba de más. Y ahora ella sentía entregar todo su corazón.


-- Tu turno.

-- Pues... (cómo adoraba él ese pues...). Primero lo ví, luego lo adoré, pero nunca pude... olvidarme de él.


No sabía exactamente por qué había dicho eso, ahora sí que no entendía nada, ni siquiera por qué había imaginado en decirle la verdad, mucho menos entendía por qué seguían esas ganas intensas de besarlo, ni tampoco por qué había inventado un personaje ficticio que nunca pudo olvidar cuando no era otro más que el que tenía en frente ahora.

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